Talleres volvió a perder y sigue en caída libre en su juego y en resultados. Cayó 2 – 0 frente a El Porvenir, el último en la tabla de los promedios, que de este modo jugaría la próxima temporada en la Primera D. Fue nuevamente un equipo sin carácter ni ideas; cometió errores que el rival aprovechó, jugó con diez el segundo tiempo, y con un elenco que armó a la fuerza Rodrigo Bilbao con muchos pibes, se hunde en la crisis más profunda de su historia. Y encima el árbitro, omitió cobrar dos penales alevosos a favor del Albirrojo.
Talleres volvió a perder frente a otro de los de peor rendimiento en la temporada.
Una película para Talleres, resulta este final de campeonato. Pero una película con todos los condimentos que suelen tener los peores films de terror. Y lejos de contar como lo hará en la ficción, la película “El cinco de Talleres”, la vida épica de un héroe del fútbol ascenso que lucha por su futuro, este cierre de temporada quedará guardado por siempre, en la mente del hincha genuino de Talleres, por la intrascendencia del equipo, las malas actuaciones, los pésimos resultados, y un compendio de situaciones mal resueltas a lo largo del proceso, que se ven reflejas al cabo del campeonato, en la pobreza que ostenta el Tallarín en cuento a la cosecha de puntos.
Que se cometieron muchos errores del principio al final, está más que claro. Y que más allá del pedido a gritos de autocrítica que solicita una parte del público, está la necesidad de evidenciar aunque sea en la cancha, en estos últimos partidos, una mínima reacción para fortificar un promedio del descenso futuro. Ese mismo, que en caso de subestimarlo como lo hizo Talleres mismo hace cinco años, puede terminar pareciéndose a esta jaqueca crónica que le impide el sueño, precisamente al rival que le acaba de ganar a Talleres en Gerli, quien además es uno de los enemigos del barrio.
Y más allá de esta dolorosa y ofuscante derrota del día, 0 – 2 con El Porvenir, alojado aún a pesar del resultado, último en la tabla de los promedios, y con un pie en la Primera D, los números de Talleres alarman por donde se los mire. Dos victorias solamente de la 15° fecha a esta parte, ya cuando transitamos la 34° (le ganó a Deportivo Español 2 – 1; y venció a Italiano por el mismo resultado). Anotó solo siete goles en quince partidos (uno a Cambaceres, para el empate 1 - 1 por la 26° fecha; dos a Sacachispas, por la 28°; dos a Italiano, por la 30°; y dos a San Miguel, por la 31°). Y en el camino, sufrió un profundo desmembramientos del plantel, a raíz de los bajos rendimientos de varios jugadores. Y solamente habiendo jugado con cinco de los siete últimos elencos del torneo -entre los que está Talleres-, en la segunda vuelta, sacó un punto ante Luján, en la 33° fecha. Estos números emergen de un pequeño análisis, que grafica el pésimo cierre de temporada para los de Escalada.
Si del partido hablamos, Talleres lo empezó a perder desde el vestuario. Y es literal esto, porque desde que sonó el silbato, el árbitro Diego Colombo mostró una clara tendencia premeditada a favorecer al local, ante la adversidad que acompaña al elenco de Gerli. Y en la primera pelota reñida del partido, cuando le cometían el área de El Porvenir, un claro penal a Fernando Godoy, el juez eligió omitir la sanción del penal. Y en la contra, el rival fue más astuto que el Albirrojo, y aprovechó con un bochazo profundo, para poner en ridículo a los defensores visitantes, y anotar el primer gol. Se jugaban solo tres minutos, y en una corrida ante el intento de Alan Ramos por apagar el incendio, el delantero Gustavo Fernández anotó el primer gol, ante la figura del arquero Cristian Correa.
El Porvenir ganaba desde el vamos, y se permitía a partir de allí, especular a su antojo con los tiempos del partido. Talleres tardó en reaccionar. Y fue durante muchos pasajes del primer tiempo, un equipo irresoluto, que no sabía cómo lastimar a un rival que mostraba flaquezas en el fondo, pero al que también le alcanzaba con esa producción para aguantar el marcador.
Recién en la segunda porción del primer tiempo, el equipo de Bilbao pudo jugar el partido decididamente en campo enemigo, y apretarlo con el lanzamiento de la pelota. Sin embargo, no alcanzaba a ser claro con esos intentos. Y por segunda vez en la tarde, el árbitro omitió cobrar un claro penal sobre Martín Civit, que tal vez hubiese cambiado el curso de la cosas. Sin embargo, en un dialogo que mantuvo uno de los colaboradores del fútbol de Talleres, alambre de por medio, se entendió de las propias palabras del mismísimo juez de línea, porque no cobraban nada… (ya ampliaremos sobre este tema).
El primer tiempo, terminaba con una mejor imagen ofrecida por Talleres, que seguía siendo un equipo acelerado y apurado; que al menos, le metía emoción a su juego a fuerza de voluntad y pocas ideas, ante un oponente mezquino, que de la mano de un entrenador “a los gritos” (no se escuchan indicaciones de juego por parte de Luis Ventura, sino súplicas de actitud), se acomodaba a la victoria parcial, sin haber vuelto a rematar al arco tras la conquista del gol.
El arranque del segundo tiempo, fue tormentoso para Talleres. Con los ánimos caldeados como habían quedado tras el final de la primera etapa, Maximiliano Rodríguez equivocó el camino, y aparentemente –no se alcanzó a ver desde la posición de los periodistas- le habría aplicado un codazo a Ezequiel Sandoval, defensor del conjunto de Gerli. Esa agresión, le costó la expulsión a Rodríguez, con roja directa. El Tallarín se quedaba con un hombre menos, e iba a encontrar otro impedimento, para llevar el partido en adelante.
Si bien fue notaria la paridad durante buena parte del complemento, El Porvenir hizo valer el jugador de más, en los últimos veinte minutos. Y los ingresos en Talleres desde el banco, con la presencia de Juan Silva, Luciano Fragueda y Lautaro Pérez, no alcanzaron para que el técnico Bilbao pueda encontrarle la vuelta al partido, y el Albirrojo volvió a ser intrascendente y poco profundo.
El Porvenir equilibró el trámite hacia el último tramo de juego, y avisó en tres oportunidades, antes de anotar el gol de la victoria definitiva. Talleres defendía con tres en el fondo, y los huecos en la defensa aparecían; y la falta de experiencia en el fondo, eran claras invitaciones para que el rival pusiese a prueba su eficacia en la definición.
Y luego de un tiro que errara Matías italiani para los dirigidos por Ventura, llegó el gol de David Rodríguez, a los 33 del segundo tiempo. Bastó un pelotazo largo del arquero Manuel Peralta, para que en pleno campo defensivo, la pelota pique delante de Luciano Fragueda, jugador de diminuta altura, quien no pudo capturarla, y fue el propio David Rodríguez el que gane el balón, y convirtío la jugada en la segunda perla de la tarde. El Porve lo ganaba 2 – 0, y soñaba con la permanencia.
El partido, no dio para mucho más. Los de Gerli celebraron la conquista, y los de Escalada se marcharon al vestuario, una vez más con la cabeza gacha. Y sin mayores gestos de protocolo, el técnico Bilbao reclamó enérgicamente y furiosamente a sus jugadores –la palabra del entrenador se escuchaba hasta en la platea del estadio de El Porvenir- por la actitud, el compromiso y la falta de respuestas mostradas por el equipo dentro del campo.
Triste momento para digerir una derrota más; cuando aún a esta pésima campaña, le quedan por atravesar cuatro partidos más, en los que da la impresión que el hincha, va a sufrir hasta el cierre, y deberá esperar por las satisfacciones hasta Agosto del corriente año.
SINTESIS: